Una de las cosas de las que te advierten en las guías es sobre la puntualidad danesa, y doy fe de ella, la cumplen a rajatabla: si quedas con alguien, llegará a esa hora, sin los diez minutos de cortesía ni nada. Y la lluvia no es excusa, es algo tan normal como que sea martes.

Lo mismo pasa en el transporte público: los trenes y autobuses pasan a la hora que indican los carteles. Eso sí, en las paradas de autobuses a veces hacen alguna trampeja y de repente desaparece de la lista el autobús que iba a llegar al cabo de tres minutos. Si tienes suerte, puede volver a aparecer.

Si la clase empieza a las nueve, empezará a esa hora, hayan llegado todos los alumnos o solo tres. Y si el profesor dice que el descanso dura quince minutos, dura quince minutos, aunque ello suponga que la clase se reanudará a una hora tan absurda como las 13:34.

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